Crónica de Mariana Callejas P.
En primer lugar, hay que consignar que la segunda visita de la cantante norteamericana al país ya venía precedida de cierta “mala fama” por dos factores: La tibia venta de entradas, considerando que su debut en Chile en el año 2008 llenó el Estadio Nacional en dos fechas consecutivas, y la aparición de la amenaza climática que finalmente se concretó en una fulminante lluvia que paralizó a medio Santiago.
La contundente sorpresa meteorológica que azotó a la capital a tres días de la llegada del verano, fue un ingrediente que caló profundo en el desarrollo del evento desde la tarde de ayer miércoles, cuando comenzaron a llegar los primeros fanáticos. Capas de plástico en vez de cintillos con el nombre de la artista y paraguas interrumpiendo el paso de los transeúntes era la primera escena de los asistentes al concierto que, hasta bien avanzada la noche, guardaban la esperanza de que tanto sacrificio valdría la pena.
Así lo demostraron cuando el DJ telonero Laidback Luke salió a escena recién a las 21.40 hrs. y comenzó a programar un set de hits de Rihanna y David Guetta, entre otros, que recibieron una animada respuesta del público que bailó con paraguas y parkas bajo la lluvia.
Sin embargo, la energía en algún momento se agota y tras la partida del show de apertura, hasta cuando salió la artista, el público aprovechó el extenso intermedio para manifestar su descontento gritando epítetos del tipo “¡devuelvan la plata!”, mientras varios de los asistentes, simplemente se fueron del Estadio.
Y, así, a las 23.30 hrs. y sin una introducción apoteósica ni demasiada parafernalia, Madonna apareció en el escenario vestida de porrista e interpretando “Express yourself”; canción que durante todo su tour recién aparecía en el puesto número diez en su lista de temas. Con una expresión de incomodidad en su rostro (se dice que desde Brasil ha estado enferma) y movimientos lentos, la “Reina del Pop” dio inicio a un show claramente “editado” que omitió la primera parte de su espectáculo original y que careció de una estructura clara.
Para ser justos, es cierto que los momentos de hits como “Human Nature”, “Holiday” (una sorpresa del setlist) y especialmente “Like a prayer” gozaron de una buena interpretación y recepción de la audiencia, pero evidentemente no fueron suficientes para dejar contenta a la gente que se portó de manera respetuosa con la cantante, pero sin desbordar efusividad.
El sonido del concierto, la iluminación, las pantallas gigantes y el cuerpo de baile destacaron por su buen nivel, la calidad vocal de Madonna no fue la mejor (pero la verdad es que nunca ha sido su mejor carta) y su comunicación con el público fue errática.
En momentos despachó largos discursos donde se puede rescatar un “desearía que el clima fuera mejor, desearía sentirme mejor y desearía hablar español” y un “no olviden nunca que soy sólo un ser humano”, pero su despedida fue abrupta, fría y ni siquiera demostró empatía con sus fanáticos, esos que efectivamente gastaron hasta más de $200 mil para ingresar al show y que, sin duda, se retiraron decepcionados de la actitud de la llamada "Reina del pop".
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