Hay artistas sencillos y humildes a los que el éxito no les afecta demasiado, pero también hay otros a los que el dinero, la atención mediática y la adoración del público acaban haciéndoles perder la cabeza. Ahí tenemos el caso de Christina Aguilera, que se ha ganado a pulso su fama de diva insoportable, o el de Kanye West, quien lleva años haciéndonos dudar de su salud mental. Y la última estrella que nos está dando motivos de preocupación es la rapera Nicki Minaj.
Si hace un tiempo informábamos del corte de mangas que hizo a todos sus fans al cerrar su cuenta de Twitter después de haber recibido críticas por parte de algunos, ahora la cantante está dando más muestras de comportamiento extraño. Durante su reciente participación en el festival británico T in the Park consiguió sacar de sus casillas a miembros de su organización y compañeros de cartel con su actitud de diva. Llegó tarde y rodeada de guardaespaldas agresivos que no dudaron en empujar a los empleados para que dejaran pasar a su protegida, y exigió que se cortara el césped que rodeaba su camerino. Así comentaba los hechos el cantautor inglés Frank Turner en su Twitter: “Nicki Minaj ha sido una completa imbécil egoísta con todo el equipo que trabaja en el backstage en el T. ¡Patética, vete a la mierda!”
Pero esto no es todo. Los problemas comenzaron ya en el aeropuerto de Londres, donde la rapera se quejó de que la encargada de seguridad que la cacheó le había tocado de manera inapropiada. Es más, Nicki publicó en Twitter una foto de la empleada, acompañada del siguiente comentario: “Estoy segura de que me han metido mano en este control. Ha sido una mujer muy vieja con un acento raro.” Al márgen de que su acusación esté fundada o no, creemos que esto debería discutirse en los tribunales, y no en un perfil de la red social al que están suscritos trece millones de fans.
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