lunes, 16 de mayo de 2011

Cine
Hoy en espacio Incca. Estrenos de Matías Piñero.


Hoy a las 19.30 y 21.30. Espacio Incaa Km 700 (Riccheri y C. Arenal). Se verán Rosalinda y Todos mienten del joven cineasta. Sigue hasta el miércoles. Entrada $ 8 (estudiantes y jubilados $ 4).


Rosalinda

Por primera vez en los diez años del Jeonju Digital Project que organiza el festival coreano, los directores de los tres cortometrajes fueron americanos. De norte a sur: el canadiense Denis Côté, el estadounidense James Benning y el argentino Matías Piñeiro. Rosalinda, el corto del director de Todos mienten, es la crónica de los ensayos, en una isla del Tigre, para una puesta teatral de la comedia shakesperiana Como les guste, y de cómo la actriz que interpreta el papel de Rosalinda elige un mal momento –y un mal medio: el teléfono celular– para arreglar asuntos de pareja. O, en palabras del propio Piñeiro: “Dos ritmos diferentes en un mismo cuerpo. El primero el de una actriz y el segundo el de su personaje: Luisa y Rosalinda comparten el mismo cuerpo pero no el mismo ritmo. Durante esa jornada en el Delta, el amor hace estragos y los roles de actriz y personaje se confunden entre el goce por el artificio y la angustia de lo incierto”.


Todos mienten


Un grupo de chicos y chicas de veintipico se instala en una casaquinta que parece completamente aislada de la civilización. Una de ellas escribe una novela mientras los otros intentan convertirse en una banda que prepara un robo; algunos se enamoran, o parecen, o creen, o dicen enamorarse. Pero esas dos, tres, diez líneas narrativas se desdoblan a partir de lo que los personajes esconden o simplemente desconocen, y es así que la escritura de la novela y la formación de la banda se conectan, y que el pasado de dos de ellos los une al de la casa y al de quienes quizás sean los dos enemigos acérrimos de la historia argentina del siglo XIX… Con un sentido del humor y del juego que es el de los personajes y el de la película al mismo tiempo, Todos mienten superpone las tramas como si fuera un tapiz del que Matías Piñeiro va ocultando siempre alguna parte para luego revelarla y cambiar el sentido, a través de un complot de especialistas en la simulación que, a la vez, le pide al espectador que se sume como cómplice. Brillante, plena de vitalidad, con una depuración y economía del lenguaje cinematográfico extraordinarios que hacen del plano secuencia como sistema no una cárcel sino el resultado de una necesidad, Todos mienten es el puro goce del cine.

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