Ex obrero de la construcción, Stojanovic nunca ha tenido un trabajo regular y perdió su casa hace un par de décadas después de pagar deudas. Así, ante la falta de oportunidades y la imposibilidad de conseguir una vivienda, ha estado compartiendo una tumba con las cenizas de un familiar muerto hace 100 años.
"El lugar es seco y cálido", declaró Stojanovic. "Trato de hacer que el lugar tan acogedor como sea posible. No es un palacio, pero es más cómodo que estar de la calle". Y aunque admite que la vida en el cementerio no es fácil, dice que le tiene más miedo a los vivos que a los muertos. "Al fin encontré un lugar donde la gente no me molesta, ni siquiera la Policía. Y no tengo planes de mudarme de aquí", concluyó el vagabundo.
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